Avanzan las Latinas en Trabajo, Economía y Política!
Emprendedoras y luchadoras, las latinas tímidamente nos hemos introducido en todos los campos de la vida del país: en la política, en la academia y con algo más de fuerza en los negocios, donde se dice ya que constituimos el grupo de mayor crecimiento en los últimos años.
Trabajadoras y empresarias: Atrás queda la imagen de la mujer latina ama de casa y alejada de la fuerza laboral. Las hispanas han entrado con fuerza en el mercado. Se calcula que entre 2002 y 2012 el número de trabajadoras hispanas crecerá en 2,8 millones llegando a representar el 28,8 por ciento del total de las mujeres trabajadoras en Estados Unidos.
Este mismo verano, el National Council of La Raza se hacía eco del impacto fundamental que representa la mujer hispana en la economía estadounidense: “Nuestro estudio demuestra la contribución significativa de las trabajadoras latinas no sólo a nivel del crecimiento financiero y la seguridad de sus hogares, sino a nivel de la economía nacional”.
La proporción de mujeres hispanas en altos cargos de gerencia es muy superior al de los hombres latinos (22 por ciento, frente al 14 por ciento), como lo es también el número de mujeres hispanas que son propietarias de nuevos negocios (las empresas de latinas contribuyeron con 36.300 millones de dólares a la economía estadounidense).
Sin embargo, no todo es color de rosa para las hispanas. El mismo estudio acentúa que la gran mayoría de las trabajadoras latinas ganan mucho menos que el resto de las mujeres (el 71,7 por ciento de lo que ganaron las mujeres blancas). Las cifras de esta investigación son claras: las hispanas con una licenciatura universitaria ganaron un promedio de 38.000 dólares mientras que las blancas no hispanas ganaban 42.000. Además, el 39 por ciento de las latinas no tiene seguro médico provisto por su trabajo, frente al 31 por ciento del resto de las mujeres trabajadoras.
A nivel laboral, según una investigación de la AFL-CIO las principales preocupaciones de las trabajadoras latinas son el costo de la sanidad (el 94 por ciento afirma que es una gran preocupación), el riesgo de perder el empleo (el 76 por ciento) y la falta de pago de las horas extraordinarias (el 73 por ciento cita esta realidad como principal preocupación)
Es quizás el mundo académico el que deja más que desear. Es aquí donde las estadísticas muestran un fuerte desfasaje entre la mujer latina y el resto de las estadounidenses. A pesar de esta fuerte representación en el mercado laboral en general y en la clase profesional en particular, las latinas no están a la par en la formación académica.
De acuerdo con cifras del Departamento de Educación de Estados Unidos, en 1998, mientras el 24 por ciento de las mujeres blancas no hispanas había estudiado al menos cuatro años, tan solo el 10 por ciento de las hispanas lo habían hecho. Además, mientras las estadounidenses blancas no hispanas recibían 12.655 doctorados en 1996 (el 38 por ciento de todos los doctorados), las hispanas representaban sólo el 1 por ciento de los Ph.Ds.
Si hablamos de política, lo cierto es que cada vez es más natural encontrar apellidos latinos entre los representantes políticos. Y tampoco es extraño que esos apellidos sean de mujeres: son siete las representantes en el Congreso estadounidense (cinco de California, una de Florida y una de Nueva York). A nivel estatal estas cifras son muy superiores.
Además, el interés por la política ha dejado de ser patrimonio exclusivo del hombre.
Según informaba el diario La Prensa de San Diego, la participación de las hispanas en el proceso democrático es una tendencia al alza en todo el país. Una investigación reciente de Hispanic Opinion Tracker mostró que el 75 por ciento de las latinas habían votado en las últimas elecciones, frente al 68 por ciento de los hombres hispanos.
De acuerdo con la National Women´s Alliance, las latinas son predominantemente demócratas y simpatizan más con ese partido que los hombres latinos (58 por ciento de las mujeres frente al 48 por ciento de los hombres)
La situación laboral, económica, y la representación política de las latinas, no han hecho sino mejorar en las últimas décadas. Y aunque es cierto que el camino por recorrer para alcanzar los niveles de formación académica, renta y participación política del resto de las estadounidenses es largo, la tendencia es de sólido crecimiento.