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Creencia vs. Ciencia: cuando la fe lleva a la muerte

El pastor Jamie Coots, de la iglesia Middlesboro, en Kentucky, murió tras ser mordido por una serpiente venenosa en plena misa y luego de rechazar la ayuda médica. Hay más casos donde la fe se transforma en un obstáculo para curarse. ¿Deben los médicos obligar a las personas o simplemente deben respetarlos y dejarlos morir?
El hombre que manipulaba serpientes con total naturalidad en sus sermones, el que tenía en su casa alrededor de 75 reptiles venenosos y varios animales exóticos, falleció una hora después de que una pitón le inoculara su veneno. Hacía 20 años que Coots repetía estos rituales y ya había sido mordido en 7 oportunidades, pero esta vez le costó la vida.
«Jamie tenía una serpiente en las manos cuando se me acercó. El animal sencillamente se retorció y lo mordió en el dorso de la mano», dijo Cody Winn, otro pastor que lo acompañaba. Ante el accidente, el religioso dijo que se retiraba a su casa a orar para que Dios lo salve, y ante la llamada del servicio de emergencias, Coots se negó a recibir ayuda: una hora después falleció.
Coots, quien participó en el programa “Snake Salvation” de la National Geographic, fue considerado uno de los pocos predicadores en EE.UU. que aún practicaba el manejo de serpientes, una idea religiosa muy cuestionada, característica de algunas iglesias pentecostales.
Hay muchos casos de personas que se niegan a recibir atención médica debido a su religión, y por desgracia, la mayoría termina mal.
En agosto de 2013, la familia de Sarah Hershberger, de 10 años, miembros de una comunidad Amish de Ohio, pidió a los médicos que detuvieran la quimioterapia debido a los efectos secundarios. Ella sufre de Linfoma no Hodgkin, y tiene un 85% de probabilidades de ser curada con tratamiento, pero sin él, podría morir en menos de un año. Luego un tribunal determinó que la niña debía recibir la quimioterapia pese al deseo de sus padres.
En la ciudad de Nueva York produjo gran asombro en septiembre pasado la muerte de un bebé de sólo 2 semanas, que contrajo herpes después de una circuncisión con succión oral, en una ceremonia judía ultraortodoxa conocida en hebreo como «b’peh metzitzah»: un practicante remueve el prepucio del pene del bebé y con la boca chupa la sangre de la incisión para limpiar la herida.
En agosto de 2013, un brote de sarampión entre miembros de la organización cristiana Eagle Mountain International Church, en Texas, vinculado a 21 casos de personas no vacunadas, también generó un debate sobre el tema de la responsabilidad social que existe sobre las vacunas, más allá de las costumbres o creencias religiosas, sobre todo, porque quienes se enferman, pueden contagiar a otros.
Son casos donde los médicos tienen que enfrentar el dilema ético de respetar su juramento o preservar la voluntad del paciente, y donde las creencias imponen peligrosos límites que atentan contra la vida.

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