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¿Cuánto vale copiar? Algunos dan dinero y otros sexo

“Era la única manera de aprobar ese examen. No pude estudiar porque trabajo muchas horas y no quería desaprobar. Le copié a un compañero. No me sentí bien por eso”. Este es el testimonio de una estudiante de Miami. Ella como tantos universitarios termina cometiendo estas violaciones. ¿Pagan por ello? Algunos sí.

Seis de 10 universitarios lo hacen

Un estudio hecho por el sitio Collage Humor demostró que ciertos estudiantes copian pero pagan por ello. Aunque casi la mitad de los estudiantes (45,9 por ciento) acepta ayudar tácitamente a otro a hacer trampa. Más de tres cuartos (77,4 por ciento) no piden nada a cambio, pero 3,9 por ciento pide dinero y no menos del 12,2 por ciento se hace pagar con relaciones sexuales.

Hacer trampa en los exámenes es una práctica antigua que, hoy por hoy, imitan gran parte de los universitarios. Basta con ver estas estadísticas: casi el 61 por ciento de los estudiantes universitarios en Estados Unidos hace trampa en los exámenes y muy pocos (el 16,5 por ciento) tiene remordimientos por ello, reveló el mismo estudio hecho sobre la base de alumnos norteamericanos y realizado con 30.000 estudiantes.

“Curiosamente, hemos descubierto que los tramposos aprueban y que quienes aprueban hacen trampa a menudo”, dijo Ricky Van Veen, editor en jefe del sitio College Humor que realizó el estudio.

Los hombres son, se podría decir, más osados en esta práctica. Ellos hacen trampa más a menudo que las mujeres: 64,8 por ciento contra 42 por ciento. Ni la religión o los remordimientos los detienen cuando se trata de alcanzar un aprobado. Es más quienes se dicen religiosos hacen más trampa (65,4 por ciento) que quienes no lo son (58,3 por ciento).

Las viejas técnicas son las mejores: mirar por encima del hombro del compañero (14,5 por ciento) o conseguir la prueba de un estudiante que acaba de darla (9,2 por ciento). Algunos utilizan ardides más sofisticados y almacenan las respuestas en una calculadora (11,1 por ciento).

“A mí me pasó que no tenía idea de informática y debía rendir el examen bien. Me senté en la PC que dejó otro alumno, cuando terminó de hacer su trabajo. Me puse a mirar y… ¡estaba su examen grabado! Lo copié, pegué y listo…”, cuenta casi en off the record Jennifer, quien aspira a ser ingeniera en Estados Unidos.

Las universidades sancionan con dureza estas acciones por parte de sus alumnos. Por ejemplo, la Universidad Estatal de Oklahoma considera que proveer información a otros estudiantes sobre un examen ya sea de mandando las preguntas por mensaje durante la prueba o dando una ayuda no autorizada, es una falta que viola la integridad académica.

Esto se paga con un cero o una F.

Aún así, quienes se arrepienten de haber copiado tienen una ventaja. Jessica A. Kerby y Phillip Johnson, de la Western Michigan University hicieron un estudio donde se demostró que quienes copiaron y lo dijeron obtuvieron un mayor grado de perdón además de sacar sus emociones negativas afuera.

El colegio que depende de la Universidad de Yale pone en claro a sus alumnos que: “Una forma de engaño es copiar respuestas de otros estudiantes, o referirse sin el permiso escrito a las notas, libros, computadoras, teléfonos portátiles, u otros dispositivos electrónicos programables. Además, el uso de teléfonos portátiles para discutir u obtener respuestas de otro estudiante, ya sea que esté presente en la sala de clase o no”. Todo esto no sólo se prohíbe sino que está sancionado.

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