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El Muro de la Vergüenza

Por HECTOR FLORES

Presidente Nacional

de LULAC

Como líder y presidente de una de las organizaciones de derechos civiles hispanas más grandes y de mayor trayectoria en los Estados Unidos y Puerto Rico, he tenido la oportunidad de viajar a todas partes de nuestra nación en estos últimos cuatro años. Lo que he encontrado, es que no tienes que ser experto sobre temas de población para saber que ahora los hispanos viven por cientos y miles en las Carolinas, Arkansas, Nevada, Manhattan, Georgia, Chicago y Wisconsin. Ya no estamos concentrados sólo en los estados del suroeste. Los Angeles sigue siendo la cuna social, cultural y de actividad política del latino, secundando a la Ciudad de México.

Chicago, con más de un millón de latinos, es el segundo lugar seguido por muy poco por la ciudad de Dallas y el Metroplex en tercer lugar.

Aun así, en todos mis viajes sigo escuchando sobre ataques anti-inmigrantes de lo peor. Editoriales con estereotipos denigrantes, cartas al editor que ofrecen comentarios raciales levemente disfrazados, comentaristas de programas que continuan dañando la integridad y la ética de trabajo de inmigrantes latinos diariamente. Mientras escribo, muchos de nuestros oficiales electos persisten en distorsionar la verdad sobre la situación en que se vive en México y de los millones de inmigrantes que vienen a esta nación del sur.

Esta ignorancia y esta verdad distorsionada está influyendo en algunos funcionarios electos para apoyar la construcción de un muro estilo “Berlín” a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México y gastar millones más para reforzar la frontera en un esfuerzo que supuestamente cortará de raíz la inmigración de México hacia los Estados Unidos. Estos mismos funcionarios electos, muchos de ellos con apellidos irlandeses, italianos, escandinavos y alemanes, son sólo algunas de las generaciones cuyos ancestros inmigraron a Estados Unidos bajo circunstancias similares. Pero su memoria sobre la historia es muy corta y se olvidan de ver las similitudes entre la inmigración de hoy de Latinoamérica y la inmigración que trajo a sus ansestros aqui. ¿Por qué es esto?

En los útimos 20 años, Estados Unidos ha incrementado su gasto tratando de reforzar la seguridad en la frontera más que en cualquier otro tiempo en la historia de nuestro país. Cercas en el sur de California y Texas, equipos de alta tecnologóa, y un número más alto de personal de refuerzo que nos ha costado miles de millones en las últimas dos décadas. Aun así los líderes expertos están en común acuerdo de que estos gastos no han servido para reducir la inmigración de México hacia Estados Unidos. De hecho, el único efecto documentado ha sido el hacer más peligroso el trayecto para los inmigrantes y como resultado miles han muerto cruzando la frontera en los últimos años. ¿Es esto lo que quiere nuestra nación, una barda que obligue a muchos inmigrantes a avenidas de entrada más peligrosas y más muertes? ¿Qué clase de mensaje envían estas muertes en el desierto al resto del mundo sobre el valor que nuestra nación tiene sobre la vida humana?

Estudio tras estudio se ha demostrado que la inmigración mexicana hacia Estados Unidos es una enorme ayuda financiera a nuestro país y contrarresta la cantidad mínima de beneficios públicos para los cuales los inmigrantes son elegibles para recibir. El valor combinado del trabajo hecho por migrantes mexicanos aunado a los impuestos que pagan -incluyendo impuestos de venta, impuestos de ingreso, y más- y el efecto estimulante a nuestra economía empequeñece lo que gastamos en cuidado médico de emergencia y educación pública para esta población trabajadora.

Una cosa es ser mal agradecido hacia la gente trabajadora que cosechan nuestro alimento, hacen nuestra ropa, construyen nuestras casas, cuidan de nuestros niños y nuestros ancianos, que nos sirven en los restaurantes y hoteles, y que hacen un sin numero de trabajos escenciales pero de bajo sueldo, y otra cosa es abogar por políticas que están claramente en contra de nuestro propio interés personal sólo para hacer la vida de estos inmigrantes aun más dificil.

De hecho, los inmigrantes mexicanos pagan más en impuestos que lo que reciben en beneficios públicos. Por ejemplo, cada año, los inmigrantes pagan miles de millones de dólares de impuestos al Seguro Social del cual no tienen ni esperanza de que les sea reembolzado por su estado indocumentado. Estos pagos han ayudado a sufragar la situación ahora insolvente del Seguro Social, contribuyendo a mejorar su futuro.

Inmigrantes indocumentados pagan impuestos federales, estatales y locales sobre ingresos, gasolina, ropa, asi como compras al menudeo. Algunos economistas han calculado que la población indocumentada genera 500 mil millones de dólares a nuestra economía cada año y paga más de 90 mil millones en impuestos, y sólo recibe aproximadamente 43 mil millones en beneficios públicos. Esta claro, aun considerando sólo los impuestos y no el gran valor de su trabajo que los indocumentados pagan mucho más de lo que reciben.

Aun los mitos y las medias verdades continúan incesantes en la mayoría de las páginas editoriales, alimentadas por comentaristas de radio y televisión que optan por arremeter contra inmigrantes. ¿Están estas opciones basadas en ignorancia o racismo, o ambos? Aun más comprometedor es la hiporesía que demuestran estos individuos quienes son los primeros en tomar ventaja de los servicios y beneficios del trabajo de inmigrantes indocumentados. Ya sea que se le esté haciendo un trabajo en sus casas, que se estén comiendo una ensalada, que vayan a un restaurant o que estén dejando a sus hijos en un centro de cuidado, es muy probable que se estén beneficiando del trabajo de inmigrantes indocumentados. Su comodidad está siendo proporcionada por cortesía de inmigrantes quienes expusieron sus vidas para viajar miles de millas, por terrenos difíciles, dejando a sus familias y seres queridos para hacer los trabajos más duros en Estados Unidos por poco pago. ¿Y cómo es que les damos las gracias por su arduo trabajo? Quejándonos constantemente sobre su estado legal y pasando leyes duras de inmigración. Esta no es la manera en que uno espera que reaccione una nación ampliamente cristiana, de inmigrantes.

Me pregunto que harían los ciudadanos de Estados Unidos si esta parte de nuestra fuerza laboral fuera realmente detenida por cercas, redadas en los lugares de empleo, y otras políticas anti-inmigrantes que el Congreso está considerando. ¿Este grupo anti-imigrante espera realmente que norteamericanos desempleados salgan a ocupar esos puestos de bajo pago, largas horas, de tabajo duro los cuales no ofrecen ningún beneficio, sin pago de tiempo extra y sin vacaciones? ¿No están preocupados porque esto pueda provocar una recesión mientras nuestra economía se ajusta a la pérdida de 10 a 12 millones de trabajadores y consumidores productivos? ¿Pasará el Congreso el incremento de impuestos necesario para reponer la pérdida de ingreso de impuestos de estos trabajadores y apuntalar a nuestra economía? Se detendrá alguien a preguntarse qué rayos hicimos, cuando todo lo que teníamos que haber hecho era ofrecer un camino legal para que de primera instancia estos trabajadores pudieran ingresar.

Hay un mejor camino que podemos tomar -uno que beneficie a los ciudadanos de los Estados Unidos al igual que a los 10 a 12 millones de inmigrantes indocumentados que trabajan aquí. LULAC y algunos de nuestros funcionarios electos como el senador republicano John McCain y el senador demócrata Ted Kennedy apoyan los siguientes principios de inmigración:

1. Deberíamos reunir familias en lugar de dividirlas

2. Deberíamos permitirles la oportunidad a inmigrantes indocumentados que se convirtieran totalmente y legalmente en miembros contribuyentes de nuestra sociedad, sin el temor de castigo ni deportación.

3. Deberíamos crear un programa para permitirles a inmigrantes trabajar en este país legalmente y permitirles en un período convertirse en residentes permanentes.

4. Deberíamos de comenzar a ayudar a México y a otros países latinoamericanos por medio del desarrollo, préstamos y becas asi como otras inicitivas estratégicas para así echar a andar la economía en áreas geográficas que envían grandes cantidades de inmigrantes a este país.

Siguiendo estos principios mejorará la vida de millones de familias trabajadoras de inmigrantes aquí en Estados Unidos de cuya labor dependemos todos los días. También mejorará y asegurará nuestras propias vidas mientras sacamos esta fuerza laboral de la oscuridad y permitimos a nuestro personal policial concentrarse en terroristas y traficantes de drogas.

Estos principios son claramente las acciones adecuadas que nuestro país debe tomar, pero para que ellas se conviertan en ley, debemos sobreponernos al “muro de la vergüenza” que grupos anti-inmigrantes han venido construyendo alrededor de nuestra conciencia moral. ¿Los derechos que se han ganado con el esfuerzo y sacrificio de nuestros Padres Fundadores ejemplificados en la Estatua de la Libertad todavía tendrán asidero en esta tierra de libertad? ¿Son bienvenidos estos trabajadores inmigrantes quienes no piden más que contribuir a nuestro país y tener también la oportunidad del sueño americano? ¿O será que el mensaje distorcionado del odio ha sobrepasado nuestros valores americanos de libertad, arduo trabajo y tolerancia? Este año millones de familias inmigrantes en todo nuestro país están esperando que los mejores ángeles de nuestra naturaleza triunfen sobre esos que derraman viejos prejuicios en contra de los menos afortunados.

(Héctor Flores es el presidente nacional de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, la organización hispana más antigua en Estados Unidos, la cual promueve mejores condiciones de economía, educación, influencia política, salud y derechos civiles de los latinos por medio de programas basados en la comunidad operando en más de 700 concilios de LULAC a nivel nacional).

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