La Política China frente a EE.UU., Medio Oriente y Latinoamérica
La cumbre Bush-Hu: El encuentro entre Hu Jintao y George W. Bush se da en medio de una encrucijada histórica. Hace un tercio de siglo Richard Nixon visitó a China, lo que dio inicio al fin del aislamiento internacional chino. De aquí al siguiente tercio de siglo se estima que China sobrepasará a EE.UU. como primera economía del mundo.
En su relación, China y Estados Unidos de América se esmeran en mantener un trato cordial, que a ambos favorece. Sin embargo, la perspectiva histórica es hacia una confrontación. A la China que Clinton consideraba como ‘socio estratégico’ ya es considerada por Bush como ‘competidor estratégico’. A medida que el peso económico y militar chino aumenta y su influencia se expanda, se generan las condiciones para un próximo choque de titanes.
Desde que en 1972 Nixon visitó a Mao, China ha cambiado bastante. Ingresó al Consejo de Seguridad de la ONU y a las principales organizaciones mundiales. Desde 1980 su producto se ha cuadriplicado. Su actual tasa de crecimiento económico bordea el 10 por ciento y es a largo plazo la mayor del planeta.
China se ha convertido a nivel mundial en el mayor importador de carbón y de varios metales, como hierro, acero y cobre, y en el mayor exportador de productos manufacturados, como microondas, cámaras digitales y fotocopiadoras.
Hoy es el tercer socio comercial de EE.UU., aunque más de la mitad de las exportaciones ultramarinas chinas van a Norteamérica. Por cada dólar que EE.UU. exporta a China, también importa seis de dicho gigante. El déficit de la balanza del comercio entre ambos países supera los 200.000 millones de dólares.
En EE.UU. se discute elevar las tarifas a las importaciones chinas en un 27,5 por ciento en busca de presionar a Beijing a que no siga manteniendo ‘artificialmente’ baja a su moneda. Sin embargo, la ventaja de la competitividad china es que los salarios allí son 5 a 10 por ciento más bajos que en EE.UU., ya que el Partido Comunista, el supuesto partido de los trabajadores, garantiza sueldos bajos y beneficios y disciplina laborales.
Tanto Japón como China se han beneficiado de una buena relación comercial con EE.UU. Los dos son los principales compradores de deuda pública norteamericana. China posee 260.000 millones de dólares en bonos del tesoro, con lo cual puede presionar a EE.UU., que teme que una masiva venta de los bonos en poder de China alteraría las tasas de interés y la inflación de su nación.
La competencia china puede representar un mayor peligro a EE.UU. que la de Japón. Esto, por dos razones. China es una potencia militar (la cual, además tiene 400 misiles nucleares) y tiene un sistema que no es propiamente capitalista ni liberal.
Mientras el sistema occidental se basa en democracias multipartidarias y en economías abiertas de mercado, el régimen chino se sustenta desde 1949 en el virtual monopolio del Partido Comunista y su economía es esencialmente estatizada y sujeta a un plan quinquenal.
China, sin embargo, ha creado un nuevo modelo que combina el antiguo sistema heredado de Mao y Stalin, con elementos de la libre empresa. La empresa privada, que estaba cohibida de prosperar en la antigua Unión Soviética, tiene alicientes, y el capital foráneo es bienvenido.
Para los ‘comunistas’ chinos los soviéticos se equivocaron, pues primero quisieron liberalizar la política y luego la economía, cuando ellos han empezado a hacer lo segundo y por eso plantean que requieren mantener el partido único que garantice estabilidad económica y social y que evite explosiones sociales como las que destruyeron a la URSS.
La diplomacia china no se centra en promover los derechos sociales que antes propugnaba el Kremlin, ni los derechos humanos que pregona la actual Casa Blanca. Simplemente se basa en qué le conviene más a sus intereses comerciales. Por eso Hu, apenas llegó a EE.UU., se reunió con los magnates de Microsoft, Boeing y Starbucks, y China tiene buenas relaciones con países que Bush quisiera aislar por su conducta ‘paria’ y ‘no democrática’, tales como Zimbabwe, Sudán o Birmania. Peor aún para Washington, Beijing tiene excelente trato con las dos nuevas potencias nucleares que EE.UU. teme: Irán y Corea del Norte.
La geopolítica china
El avance chino se hace sentir en zonas donde antes Beijing tenía poca influencia: África y América Latina. En el continente negro, China controla el 4 por ciento del petróleo sudanés y está invirtiendo más de 2.000 millones de dólares en el oro negro nigeriano. En Venezuela los chinos invierten mil millones de dólares que ayudan a Chávez a mantener una actitud más desafiante ante Bush. China ha potenciado su comercio con Perú, Chile y el Mercosur, que la proveen de materias primas y reciben inversiones y manufacturas. La penetración china es algo que vienen utilizando Lula, Bachelet, Menem y Castro como contrabalance ante EE.UU. Es algo que usará también cualquier nuevo gobierno centroizquierdista sudamericano (como seguramente lo hara el nuevo presidnete peruano sea Alan u Ollanta).
A nivel inmediato, China no es el adversario principal de EE.UU. Beijing no apoyó las guerras de Irak y Afganistán. Más bien, ha tendido a andar ayudando a Irán y sacando provecho de que Washington anda distraído y desgastado en éstas para avanzar internacionalmente y mejorar sus relaciones con Japón, Rusia, la Unión Europea, Sudáfrica, el mundo árabe, India y Latinoamérica.
EE.UU. mantiene una escopeta de dos cañones ante China. Por un lado saluda su apertura comercial y por otro la denuncia por violar derechos humanos, por traficar con los órganos de sus prisioneros ejecutados, por no dar autonomía a Tibet o por amenazar con invadir Taiwán. Beijing, por su parte, no le hace guerra fría a Washington: no financia a Al Qaeda, Hamas, Hezbollah o a guerrillas latinoamericanas. Sin embargo, desarrolla lazos comerciales con el grueso de los países adversarios de EE.UU.
(*) Isaac Bigio es analista internacional. www.bigio.org