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La violencia en México toca también a los músicos …Ya se Investigan algunos casos

El asesinato de los integrantes del grupo Kombo Kolombia en el norte de México, muestra que el reconocimiento que ganan muchos músicos parece no servir de protección contra la violencia criminal que se ha cobrado en los últimos años las vidas de decenas de ellos.
Hasta ahora las autoridades han encontrado 14 cadáveres dentro del pozo en donde fueron arrojados por miembros de un grupo criminal que los secuestró en la madrugada del viernes, tras concluir una presentación en un bar de un poblado del estado de Nuevo León cuya capital es Monterrey.
De ellos, nueve han sido identificados como parte del grupo musical, incluido el único extranjero del grupo, el tecladista colombiano Heiner Cuéllar.
Jorge Domene, portavoz en temas de seguridad del gobierno de Nuevo León dijo este martes que aún las autoridades no se atreven aún a formular una teoría sobre lo ocurrido. “Se sigue recopilando información que nos pueda llevar a la real causa”, dijo a la prensa.
Los cadáveres muestran huellas de tortura y de haber sido ajusticiados al modo usado por el crimen organizado. Un integrante del grupo que logró escapar dio la alerta a las autoridades.
Según una fuente cercana a las investigaciones, una de las líneas que sigue la fiscalía es que el grupo podría estar vinculado con el cartel de Los Zetas, uno de los más poderosos y sanguinarios que actúan en México.
Este cartel, formado por exmilitares a mediados de los 1990, controla, según la fuente, algunos de los sitios donde tocaba Kombo Kolombia y los responsables de la masacre serían miembros del cartel de Sinaloa, rival de los Zetas.
Los «narcocorridos»
El diario Reporte Indigo, citando a fuentes de la Procuraduría, dijo que el crimen de los músicos “formaría parte de la guerra que libran en Nuevo León los Zetas y sus rivales”.
Familiares de los músicos pidieron este martes no se adelanten conclusiones y rechazaron que se criminalice a las víctimas. “Mi hijo es un muchacho sano, percusionista. No tiene nada que ver con nada ilícito”, dijo a periodistas Maria Saenz, madre de uno de los músicos asesinados.
El Kombo Kolombia interpretaba música vallenata -del folclore colombiano- con letras predominantemente románticas alejadas de los temas clásicos de los llamados “narcocorridos”, música del norte de México que narra sucesos del narcotráfico.
En México, unos cincuenta intérpretes de narcorridos han sido asesinados desde 2006, cuando Valentín Elizalde, un popular cantante de rancheras fue asesinado balazos a la salida de una presentación en Reynosa (noroeste), según Edmundo Pérez, autor del libro “Que me entierren con narcorridos”.
En diciembre del 2009 el cantante Ramón Ayala y su grupo Los Bravos del Norte fueron detenidos cuando se presentaban ante un capo del narcotráfico, que logró escapar del lugar. Luego se les liberó sin que se les formularan cargos.
En 2010, el capo Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, aseguró tras ser detenido en un interrogatorio grabado ser amigo de Ayala y otros intérpretes de narcorridos.
Muchos de ellos comenzaron recibiendo $5 mil o 10 mil dólares por componer una canción en honor a un narcotraficante. “Cuando se vuelven famosos, los empiezan a invitar a fiestas y el artista sabe que no pueden decir que no”, señala Pérez.
Las persecución de las autoridades o la posibilidad de verse envueltos en las disputas entre carteles llevó a los intérpretes de esta música a moderar su comportamiento público y ser menos ostentosos.
Pero esto no ha impedido que la violencia les siga afectando, así como también a los sitios donde tocan su música. Hace un año, en Chihuahua, capital del estado del mismo nombre también en el norte del país, unos 20 hombres armados ingresaron al bar Far West y dispararon contra músicos y espectadores, con saldo de ocho muertos, entre ellos cinco integrantes del grupo La Quinta Banda.

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