<!--:es-->México de luto por matanza estudiantil 
Mientras familiares lloran las víctimas, las autoridades ligan al narco con el múltiple homicidio.<!--:-->

México de luto por matanza estudiantil Mientras familiares lloran las víctimas, las autoridades ligan al narco con el múltiple homicidio.

CIUDAD JUÁREZ, México – Las autoridades militares presentaron a José Dolores arroyo Chavarría, integrante del grupo delictivo «La Línea» como presunto implicado en el asesinato de 16 jóvenes en Ciudad Juárez, quien aseguró que la masacre fue ordenada por un sujeto apodado «El Diez».

Las declaraciones

Arroyo Chavarría, de 30 años, declaró ante las autoridades ministeriales que un hombre apodado «El Diez» mandó asesinar a los jóvenes porque supuestamente eran «doblados», es decir miembros de AA (Artistas Asesinos), supuesta banda criminal contraria a la pandilla de «Los Aztecas» o «La Línea».

«El Diez» nos ordenó la masacre porque eran ‘doble A’ y sirven al Chapo, declaró el detenido en aparente relación a Joaquín El Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa, uno de los grupos de narcotraficantes que disputan el control de Ciudad Juárez al cártel de Vicente Carrillo Fuentes.

El detenido declaró ante el Ministerio Público, interrogado ante la prensa, ser «un halcón», como se califica a quien sirve de vigilante durante una acción de los sicarios y aseguro pertenecer al grupo delictivo «La Línea».

Sin embargo los familiares de las víctimas han manifestado que se esclarescan los hechos ya que los jóvenes no pertenecían a ningún grupo delincuencial, por el contrario eran estudiantes y deportistas.

La indignación creció entre la comunidad y exigió al presidente Felipe Calderón detenga a los asesinos de los jóvenes.

Conmoción en Juárez

Ciudad Juárez, una urbe del norte de México con más de 2,500 asesinatos al año, vivió con particular conmoción el martes las ceremonias fúnebres de al menos siete de las 16 víctimas del multihomicidio del pasado domingo.

Al iniciar el velorio, los siete cuerpos fueron llevados a la calle donde ocurrió el ataque, acompañados por cientos de estudiantes. El obispo de Ciudad Juárez, Renato Ascensio León, ofició una misa en honor de los fallecidos.

Más de 40 personas murieron en asesinatos colectivos en tres estados fronterizos con Estados Unidos durante el prolongado feriado de la Constitución que concluyó el lunes, pero ninguno causó tanta conmoción nacional como la incursión de los pistoleros en la fiesta, a la que asistían unas 60 personas.

La mayoría de los muertos eran estudiantes del colegio de Bachilleres número 9 de la Universidad Autónoma de Chihuahua y seguidores del equipo Jaguares de football americano, un deporte popular en México.

Presidente condenó matanza

Desde Tokio, donde se encuentra en visita oficial, el presidente Felipe Calderón se unió al dolor de las familias «deplorando y condenando de manera muy enérgica el cobarde asesinato».

En tanto, el Congreso llamó a comparecer a los secretarios (ministros) de Defensa, Marina y Seguridad Pública, así como al Procurador (fiscal) general de la República, para generar una reflexión sobre la lucha contra el narcotráfico, cuyos pistoleros serían los responsables de la masacre.

Los sepelios se hicieron por separado en Ciudad Juárez y en otras localidades de donde eran oriundos los fallecidos.

Algunas familias colocaron altares con fotos de los menores e imágenes religiosas frente a sus casas en el vecindario de Villa de Salvarcas, a las que se acercaba la gente con ojos llorosos.

Estudiante ejemplar

La familia de José Adrián Hernández es una de ellas. El muchacho, que se desangró tras recibir un disparo, había recibido a comienzos de este año un reconocimiento del gobierno del estado de Chihuahua por su desempeño académico.

En una cartulina puesta ante la casa se lo ve en fotos de vacaciones, junto a su novia y sus amigos, y otra muy serio con su birrete de graduación.

«Ellos sólo estaban en una fiesta, eran muchachos que no le hacían mal a nadie», dijo a periodistas Liliana Reyes, una conmovida vecina.

Hay un clima de dolor repartido por toda esta ciudad de 1,3 millones de habitantes, acostumbrada a demasiadas tragedias.

El nombre de Ciudad Juárez, urbe vecina de la estadounidense El Paso, quedó a partir de la década de 1990 vinculado al asesinato de unas 380 mujeres que grupos de derechos humanos definen como ‘feminicidios’, muchos de ellos después de ser violadas.

En años más recientes, la ciudad se ha convertido en una especie de campo de batalla de los cárteles de Juárez y Sinaloa, que según las autoridades, han causado unos 2.660 homicidios en 2009 y cerca de 250 tan sólo en enero.

Ni siquiera el despliegue del Ejército en la región, donde mantiene unos 6.000 militares, ha contenido la violencia.

Share