
‘Nelson Mandela, no hay otro como tú’
Johannesburgo, Sudáfrica.- «Cuando un hombre ha hecho lo que él considera su deber con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad». Esa frase de Nelson Mandela se respira en el FMB Stadium, donde miles lo reconocen por su lucha contra el racismo e impulso de los derechos de los negros.
Su cuerpo yace en un hospital militar de Pretoria, a 40 minutos de esta ciudad, para que mañana inicie una peregrinación de tres días, y sea enterrado el domingo en Qunu, donde él creció.
En el Soccer City, donde el 11 de junio del 2010 se enfrentó México con Sudáfrica en la inauguración del Mundial, el Tata, como le gritan, logró reunir a diversas etnias sudafricanas y a 91 Jefes de Estado, entre ellos el Presidente Enrique Peña Nieto, y representantes diplomáticos y religiosos.
En un extremo del campo, pocos presenciaron el saludo histórico entre el Mandatario estadounidense, Barack Obama, y el cubano, Raúl Castro.
Aquí no sólo se canta y baila de alegría, también de tristeza. Los pasillos vibran con los bailes unánimes y cantos eufóricos de los sudafricanos que llegan en tumultos para conmemorar a su líder.
«Dile a Botha (Presidente de Sudáfrica durante el encarcelamiento de Nelson) que libere a Mandela. Mandela va a salir libre», entonan los lugareños mientras saltan y ondean banderas de este país y pancartas con la imagen de su libertador.
La lluvia no cesa. Los seguidores del ex Mandatario sudafricano agitan las gradas con bailes cadenciosos y música. Diversas etnias cantan sus propias canciones, algunas de ellas eran símbolo de la lucha mientras Mandela estuvo preso. Por momentos, la mayoría asume la misma melodía y el Stadium tiembla.
«Nelson Mandela, no hay otro como tú», cantan en xulu una y otra vez. Y complementan con «¡Viva! Ve hacia adelante, no te detengas».
Las puertas se abrieron desde las 6:00 horas, y a las 11:00 horas el espacio deportivo que tiene un cupo para 90 mil personas, aún lucía con cientos de bancas vacías. Sin embargo, la mayoría de los asistentes es negro, pocos blancos acuden.
«A él le debo que esté aquí, sin su lucha no podría estudiar ni estar aquí parado en el Stadium, mis padres no tuvieron ese privilegio», afirma uno de los sudafricanos que no para de gritar.
Los amigos de Mandela
No tuvo oportunidad de verlo, pero fue el que lo motivó: el saludo histórico entre Obama y Castro.
Hasta el Soccer acudieron sus amigos como Bono, Charlize Theron, Bill Clinton y su esposa Hillary, así como Mandatarios y representantes de 91 países.
La euforia y rechazo en un mismo espacio lucieron.
Al Presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, lo recibieron con abucheos y aislados aplausos, ante las críticas por el uso de recursos públicos y altos índices de desempleo que predominan en el país.
«Mandela sabía que la reconciliación sin la reconstrucción no tendría sentido. Mandela nunca dudó en decir lo que pensaba, independientemente de lo incómodas que fueran sus palabras», dijo el sudafricano.
Mientras que para Obama el respaldo fue absoluto. Tanto que se prolongó en su discurso.
«No podemos pensar que ha concluido el camino. Hoy seguimos viendo a niños que sufren por el hambre y enfermedades», declaró.
El orador final fue Castro, quien describió así a Mandela: «un profeta de la unidad, la reconciliación y la paz».