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¡No es fácil ser mamá de 4 hijos! Ana Bárbara se divide en mil

El matrimonio entre Ana Bárbara, de 39 años, y José María Fernández, Pirru, de 47, ha callado la boca de muchos que pronosticaban su fracaso. Después de 4 años de casados, ambos siguen muy enamorados y han mantenido viva su intimidad, pese a que están criando a cuatro pequeños: José María, de 3 años; José Emilio, de 5; Paula, de 7, y Emiliano, de 9.

La cantante nos contó sobre su nuevo disco, Rompiendo cadenas; además, de cómo se divide entre sus actividades de madre, artista, compositora y esposa para no desatender ningún aspecto. También nos reveló que como una mujer sensual, pues así se considera, procura que la llama de la pasión no se extinga entre ella y el hombre de su vida.

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«Me dio por descuidarme»

Después de 4 años alejada de los escenarios, ¿qué te hizo retomar tu carrera?

Mi hijo Emiliano me dijo que tenía que hacer este disco, y mis miedos e inseguridades encontraron una válvula de escape. Soy exigente con mi trabajo y, al pasar el tiempo, ya no escucho mis discos; pero es curioso, éste lo pongo y me gusta. Noto una madurez en mi música, ésa que sólo dan los años, la vida y las experiencias. Me siento sincera, estoy orgullosa del resultado.

Dejaste lo ranchero y grupero por un sonido pop, ¿crees que te arriesgaste mucho?

No, lo hice por convicción; nadie me hizo desistir, ni las disqueras ni los asesores que me decían que vendería más con un material ranchero, pero yo no quería hacerlo. Estoy contenta de haber seguido mis inquietudes y de comunicarme a través

de estas canciones.

Después de ser madre, vuelves más ‘sexosa’ y mostrando tu belleza y sensualidad…

Es regresar a buscar la conexión; en estos últimos 4 años hubo momentos en los que por darles tiempo a los niños, me olvidé de mi cuerpo, de mi espiritualidad, de mi vida y de mi profesión; eso cobra factura, a veces me sentía deprimida. Tenía cansancio y estrés, me dio por descuidarme, comer de más y no arreglarme, pero no eran etapas largas, pues yo misma me motivaba: ‘Ponte las pilas, ámate’. Soy feliz con mis hijos, pero necesitaba hacer ejercicio, preocuparme por mí y por mi pareja.

¿Has temido perder a tu esposo?

No, Pirru y yo nos aceptamos como somos, pero sé que como mujer, como te ves, te sientes. No me dejé totalmente, no me convertí en una gorda, nunca llegué a ese extremo. Pensé en operarme, en miles de cosas, pero si me sacrifico y me disciplino, mi cuerpo responde.

Te dedicaste al hogar, ¿pero necesitabas escribir y componer?

Sí, mis pequeños me inspiran para vivir, pero al mismo tiempo son mi más grande responsabilidad. Mientras componía, ellos me interrumpían y yo me preguntaba: ‘¿Dios mío, por qué hacen esto? Yo también soy, también valgo’, y lloraba, pero enseguida me reía y agradecía a Dios por la familia que tengo.

Pese a los pronósticos generales de que fallaría tu matrimonio, apostaste por el amor y ganaste…

Estoy contenta y le pido a Dios su gracia para seguir viviendo esta historia, con buen ánimo, energía y paciencia, pues la obligación de sacar a mis hijos adelante es difícil. Después de 4 años, ruego a Dios que me deje decir al final de mi existencia: Lo logré.

Ser mamá es desgastante

¿Cómo te las arreglas para ser mujer, esposa y mamá?

Actualmente, duermo 5 ó 6 horas. Trato de acoplarme a este ritmo de vida, aunque me ha costado mucho. En Navidad y Año Nuevo sentí por primera vez que nuestra familia fluyó. A los niños les costó mucho tiempo aceptar que debían convivir entre ellos, debido a que Pirru y yo nos casamos.

Quien sufrió más fue Emiliano, pues teníamos 3 años viviendo sólo él y yo; un día me reprochó: ‘No quiero estar aquí, quiero irme’. Platiqué con él, lo consolé y me prometió adaptarse. Cuando Emiliano y José Emilio se pelearon, mi marido y yo acordamos que no tomaríamos partido por nuestros hijos.

Hoy, es diferente, a Emiliano le encanta la familia que tenemos, los viajes que hacemos y todo lo que nos rodea. Acoplarnos no fue sencillo, pues había hijos suyos, míos y nuestros. Con una logística complicada, ahí voy: me levanto temprano 3 días a la semana, y Pirru 2; cuando él prepara el desayuno, yo llevo a los peques a la escuela, y así nos la campechaneamos. Él es un buen padre.

Pronto los hijos de tu esposo serán adolescentes, ¿ya pensaste en los reclamos que te harán por no ser su madre?

Es duro, lo pienso diario, y cada día será más complicado por sus preguntas. Pero platico con José María para que los dos afrontemos esa etapa con fortaleza e inteligencia.

¿Cómo mantienen viva su intimidad?

Las parejas le dedicamos tiempo al amor; Pirru a veces me dice que se siente abandonado y, entonces, nos vamos solos de viaje. Hay noches que duermo a los niños temprano, para poder respirar.

¿Cómo eres como mamá?

Tengo claro que el día es para mis hijos, para llevarlos y recogerlos de la escuela, para hacer tareas e ir al cine. A las 5:30 de la tarde los baño; el objetivo es irme a cenar con Pirru temprano, darle la mano, tomar un café y luego llegar a la casa como una pareja sin niños: lo que nunca vivimos; nuestros viajes son lunas de miel. Cuando llevo varios meses en la casa, quiero salir corriendo para dedicarnos el uno al otro”.

Ante todo son una pareja que se quiere y atrae…

“Totalmente. Una mujer desvía fácilmente su atención a los hijos, te olvidas de ti, te abandonas y te conviertes en una especie de basurero. La maternidad es hermosa

pero también desgastante; te dejas engordar, ya no te tiñes el cabello, te levantas tarde y dejas de ir al gimnasio, porque te desvelaste cuidando a tu hijo que se enfermó la noche anterior. Trato de no desequilibrarme, pero a veces desfallezco.

¿Qué haces para gustarle a José María?

En el pelo me hago un chonguito sensual, no salgo del baño antes de que el cabello se seque y se esponje. Siempre me rizo la melena, me pinto la boquita, ¡y le doy los buenos días! Hay que quererse. Si estás desaliñada, los hombres voltean a otro lado.

Se dice que después de cierto tiempo la atracción disminuye, ¿es verdad?

No, lo que falla es no regar la plantita. Soy feliz con él, me encanta. Con los años la pasión ha aumentado, pues nos conocemos más. La madurez en la pareja es esencial, hay que aprender a observar; él dice que está muy orgulloso de mí como esposa y como madre. Los matrimonios deben ser cuidadosos cuando los hijos están cerca, pero hay que darle tiempo y espacio a la persona con quien compartes tu vida”.

«Pirru es el amor de mi vida»

¿Te embelleces para él?

Me importa gustarme a mí y a mi esposo. Me dedico a mi cuerpo, pues es un templo, y cuando no lo hago, pienso: ‘Hoy necesito amarme, cuidarme, sentirme sensual y sexy para mí’; siempre he convivido muy a gusto con mi sensualidad, y no voy a cambiarlo.

¿Te consideras sexy?

Nací con sex-appeal, me fascina sentirme femenina, me gusta explorar mi sensualidad al máximo. Es importante escuchar a tu esposo cuando te dice: ‘¡Estás muy abandonadita!’.

¿Qué prefieres, a un hombre cariñoso o fogoso?

Me gusta más un hombre fogoso, con quien la llama permanezca encendida. No creas que las fotos que hice con ustedes son gratuitas (risas).

¿Estos 4 años han sido buenos?

No siempre ha sido miel sobre hojuelas, de repente me dan ganas de escaparme de mi casa y gritar, aunque me digan loca; esta lucha es diaria.

¿Repetirías lo vivido?

Sí, pues mi bandera es luchar por el amor y pobre de aquél que no lo ha valorado; mi marido, gracias a Dios, sí lo ha hecho.

Encontraste el amor en un hombre 8 años mayor que tú…

Así es, cual arquitecto, me ayudó a construir mis sueños. Todavía estamos jóvenes, faltan muchos años para que se nos acabe la fiesta. Él ha trabajado toda su vida y lo ha sabido disfrutar. Ahora compartimos la existencia, los viajes, los hijos; no nos volvemos locos por ser archimillonarios. Trabajamos lo que creemos necesario para vivir a gusto, pero no nos obsesionamos, sabemos cuándo parar y estar en la

casa con los niños, llevando una existencia equilibrada.

¿Tu esposo es el amor de tu vida?

Sí, me siento protegida, amada y cuidada; lo amo profundamente.

Cuéntanos, ¿qué defecto posee él en la cama?

Ninguno; él carga con el karma, pues soy yo quien tiene los pies fríos. Es muy solidario y siempre está pensando en que yo esté bien. No ronca, ni nada.

¿Cuál es su virtud?

Saber escucharme; está al pendiente de mis necesidades, mis alegrías y mis emociones, por eso es el amor de mi vida, finalizó.

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