. . . Que una aspirina al día, que nada de café: 8 consejos para la salud del corazón que debes ignorar

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¿Conviene evitar el café para cuidar la salud del corazón? ¿Es apropiado tomar una copita de vino al día? ¿Y la aspirina? Es difícil seguir el ritmo a las nuevas investigaciones en lo que se refiere el cuidado del corazón. Resumimos recomendaciones que en su día quizá tuvieron sentido pero que hoy conviene pasar por alto.
Con toneladas de información falsa en internet en lo que respecta a la salud del corazón, es difícil saber a qué atenerse. Además, al margen de los bulos, las investigaciones avanzan tan rápido que lo que un día fue cierto quizá ya no lo sea hoy. Repasamos aquí algunas propuestas que siguen circulando pero que conviene ignorar:

1. El café no es apropiado para el corazón

Tras muchos años demonizado (muchos análisis encontraron vínculos entre el café y el cáncer simplemente porque los cafeteros fumaban más, pero se trataba de una falsa asociación: lo que provocaba el cáncer era el cigarrillo con el que tantas personas gustan acompañar su café) el café salió de la lista de bebidas prohibidas en 2016.
Uno de los estudios más recientes indica que beber de dos a tres tazas de café al día se asocia a un menor riesgo de padecer problemas cardiacos o morir prematuramente por cualquier motivo. Estos resultados, que son válidos tanto para las personas con enfermedades cardiovasculares como para las que no las padecen, indican que el café no está relacionado con la aparición o el empeoramiento de enfermedades cardíacas y que, de hecho, puede proteger el corazón.
Las investigaciones, que se presentaron en la reunión anual del Colegio Americano de Cardiología, constituyen las pruebas más sólidas hasta la fecha sobre el papel del café en las enfermedades cardíacas y la muerte.
“Como el café puede acelerar el ritmo cardíaco, a algunas personas les preocupa que su consumo pueda desencadenar o empeorar ciertos problemas. De ahí el consejo médico general de dejar de beber café. Sin embargo, nuestros datos sugieren que no hay que desaconsejar el consumo diario de café, sino incluirlo como parte de una dieta saludable para personas con y sin enfermedades cardíacas”, dijeron los investigadores.

2. Una copita de vino al día es buena para el corazón

Todos hemos escuchado la historia de algún centenario que asegura que llegó a esa longeva edad gracias a, entre otras cosas, su copita diaria de licor. ¿Es cierto?
¿Es bueno o malo un trago al día? El alcohol representa riesgos para la salud desde la primera gota. No hace falta emborracharse. Estudio tras estudio muestra que no hay un consumo considerado como seguro.
El diario The New York Times advertía en 2018 sobre un estudio del Instituto Nacional de la Salud (INS) que pretendía probar si es cierto o no que una bebida al día ayuda a prevenir los ataques al corazón. Todo estaría bien si no fuera porque, como denunciaba el diario, cinco grandes compañías relacionadas con el alcohol (Anheuser-Bush, Heineken, Deiageo, Pernod Ricard y Carlsberg) estaban implicadas mediante una fundación que destina dinero a la institución.
¿Podría ser que los estudios que se refieren a los beneficios del alcohol para la salud cardiovascular estén influidos por la industria, y no sean más que una distracción sobre los problemas reales que causa el licor? Son cuantiosas las investigaciones que ponen sobre las cuerdas las supuestas ventajas de la copita de vino al día.

3.Toma una aspirina al día para cuidar tu corazón

Las nuevas pautas del Colegio Americano de Cardiología (ACC) y la Asociación Americana para el Corazón (AHA) ya no recomiendan el consumo diario de aspirina en dosis bajas para los adultos mayores sanos que las consumen para reducir el riesgo de sufrir un ataque cardiaco.
Los riesgos de hemorragia aumentan a medida que uno envejece o desarrolla enfermedad renal, enfermedad cardíaca, diabetes y presión arterial alta. La aspirina debe limitarse a las personas con el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y un riesgo muy bajo de hemorragia, de acuerdo con las directrices en vigor.

4. Vapear es más saludable que fumar

Con el vapeo inhalas productos químicos y aceites tóxicos que dañan los pulmones. Si vapeas con nicotina, estás cambiando la adicción al cigarrillo por la adicción al vapeador. La nicotina es adictiva y puede elevar la presión arterial.

5. El mito de los 10,000 pasos al día

Aunque es importante para la salud general evitar el sedentarismo, no basta con caminar 10,000 pasos al día para prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Si caminas despacio, no estarás cosechando los beneficios tanto como si tu actividad fuera más intensa. Si prefieres las caminatas, intenta aumentarlas incrementando la velocidad o utilizando pesos ligeros. La forma de saber que estás haciendo cardio de intensidad moderada es cuando tu ritmo cardíaco aumenta con el esfuerzo y estás sudando ligeramente.
Por otro lado, no hay nada de malo en tratar de caminar lo máximo posible al día. Todo lo contrario. Pero conviene saber de dónde viene esa cifra más o menos arbitraria, si tiene sentido seguirla y hasta qué punto contribuye a nuestro bienestar físico y longevidad. Algunas investigaciones muestran que las mujeres que caminan 4,400 pasos por día como media tienen un 40% menos probabilidades de morir durante los siguientes cuatro años comparado con las que caminan menos. Y, lo que es igualmente relevante: las ventajas de caminar se maximizan a los 7,500 pasos.

6. Es mejor comer sólo claras de huevo

Durante mucho tiempo se pensó que los huevos eran malos para el corazón, ya que se creía que el colesterol procedente de la dieta contribuía al alto nivel de colesterol en la sangre. Posteriormente, a lo largo de los últimos 20 años, la investigación médica ha mostrado que, cuando el consumo es normal, su influencia es muy limitada, y que el colesterol de un alimento tiene poco impacto en los niveles de colesterol de nuestra sangre. En los últimos tiempos, los expertos en nutrición rectificaron los datos en lo que respecta a los huevos y otros alimentos con colesterol para eliminarlos de las directrices dietéticas como productos preocupantes.
Otra advertencia alerta sobre la yema de los huevos. Pero en la yema también residen todos los demás nutrientes beneficiosos (como la luteína, el folato, la riboflavina y las vitaminas A, B12, D y K). Algunos estudios muestran que las personas que comen huevos con regularidad tienen más moléculas grandes de HDL en la sangre, que ayudan a eliminar el colesterol de los vasos sanguíneos y protegen contra las obstrucciones que pueden provocar ataques cardíacos y derrames cerebrales.

7. Todas las grasas son malas para el corazón

Hay cuatro tipos diferentes de grasas en nuestros alimentos y algunas de ellas son una parte importante de una dieta equilibrada.
El tipo de grasa que hay que evitar por completo por el bien del corazón son las grasas trans, que se encuentran en muchos alimentos procesados y productos de panadería. Estas grasas aumentan los niveles de colesterol malo y reducen los de colesterol bueno. Hay que evitar cualquier producto que muestre “aceites parcialmente hidrogenados” en la etiqueta de ingredientes.
También conviene ser cuidadosos con las grasas saturadas, que se encuentran en los fritos, las carnes rojas, los productos lácteos enteros y los aceites tropicales (de coco y palma, por ejemplo).
En cambio, las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas reducen los niveles de colesterol malo y aumentan los de colesterol bueno. Estas grasas saludables se encuentran en aceites como el de oliva y el de girasol, en frutos secos y también en los aguacates. Los omega-3, que pertenecen a esta categoría, se encuentran en los pescados grasos, como el salmón y las sardinas.

8. Grandes cantidades de colesterol bueno pueden compensar el colesterol malo

Dado que el colesterol bueno absorbe el colesterol malo y lo lleva de vuelta al hígado para eliminarlo del cuerpo, es lógico que cuanto más altos sean los niveles de colesterol bueno, mejor, para ayudar a compensar el malo. Sin embargo, las personas que tienen niveles de colesterol bueno extremadamente altos parecen tener un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas. Los investigadores aún no han averiguado las razones; es posible que haya factores genéticos en juego.

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