
Rompe el molde
Los Ángeles, Estados Unidos.- El i3 es un BMW como ningún otro, al menos como ningún otro hasta el momento. Se trata del primer vehículo completamente eléctrico que la marca pone en producción y en muchos sentidos viene a romper muchos paradigmas del automóvil y de la identidad de los mismos.
El i3 tiene un diseño radicalmente diferente a cualquier cosa que haya creado BMW. La marca ha creado un auto práctico, con una silueta compacta pero con espacio para cuatro adultos con relativa comodidad.
En el exterior llaman la atención algunos elementos, como el frente, en donde se han colocado dos elementos simulando la parrilla de riñón que distingue a los BMW. Evidentemente, siendo este un modelo eléctrico los elementos están de más y sólo simulan una parrilla pues no tienen ninguna razón práctica de estar ahí salvo mantener la imagen de años de la marca.
También llamarán la atención los neumáticos; de alta eficiencia pero que evidentemente sacrificarán en mucho el desempeño. Están montados sobre rines de 20 pulgadas, pero tienen el ancho de 155 mm. En ciertos ángulos nos recuerdan a los cycle cars de principios de los 1900.
Dinámicamente hay algunas cosas que gustan y otras que tuvieron que ser sacrificadas. El motor de cerca de 160 caballos es suficiente para acelerarlo de 0 a 100 km/h en sólo 7.2 segundos. Esta rapidez en aceleración se nota en la calle y no se sufre en ningún momento por falta de potencia, al menos a velocidades de ciudad y legales. La velocidad máxima está por los 150 km/h, que realmente será suficiente para las intenciones del auto.
BMW ha diseñado este auto como un modelo para ciudad. Su rango de operación de 190 kilómetros en las condiciones ideales y en su máxima eficiencia de operación, lo limitan en cuanto a su uso extraurbano. Pero en la ciudad sin duda resultará más que suficiente para el traslado de muchas personas.
La suspensión es un tanto dura y no tiene la solidez tradicional de un sedán de BMW. Pero tiene buenas prestaciones y aunque las llantas representan una clara limitación en cuanto a las habilidades del auto en curvas a altas velocidades resultará suficiente para la mayoría de las situaciones.
En electrónica el i3 es sin duda un modelo avanzado y el diseño en el interior así lo hace evidente. Incluso pareciera que el fabricante es Bang & Olufsen y no BMW por la simpleza de diseño y la calidad de las pantallas que transmiten toda la información al conductor.
Lo extraño de conducir el i3 es que realmente no se siente como un BMW. Si bien mantienen algunos elementos que han distinguido a la marca como la tracción trasera y una buena distribución de peso además de los elementos visuales como la parrilla simulada, si se condujera a ciegas difícilmente se podría adivinar su procedencia.
Y, si BMW no ha podido, al menos en el i3 lograr una sensación distintiva de manejo, queda claro que las marcas tienen un reto grande frente a ellos. Como nunca en la industria automotriz había sucedido, las canchas se nivelan. Los vehículos eléctricos son nuevos para todos y no hay una clara delantera en tecnología o identidades como la hay en los autos tradicionales.
Ahora, cada marca deberá de crear una nueva identidad, características de manejo, de desempeño propias que las identificarán en el futuro. En el caso del i3, BMW ha dado un primer paso para identificarse y diferenciarse en lo que será el nuevo mercado de autos eléctricos; pero la delantera no es la misma que la que tenía en sus modelos de combustión.