¿Cómo Detectar la Rabia en Tus Mascotas? Señales y Prevenciones
Aunque para muchos suene a una enfermedad del pasado, la rabia sigue siendo una amenaza real. Su tasa de mortalidad es prácticamente del 100 %, lo que la convierte en una de las enfermedades más letales conocidas por la ciencia. Cada año, alrededor de 59,000 personas mueren en el mundo por esta infección viral, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y la gran mayoría de los casos se originan por mordeduras de perros o gatos no vacunados.
En Estados Unidos, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reporta que la rabia en humanos es extremadamente rara —menos de tres casos anuales en promedio— gracias a décadas de vacunación y control animal. Sin embargo, el virus continúa circulando en animales silvestres, especialmente mapaches, murciélagos, zorrillos y zorros, lo que mantiene el riesgo latente de transmisión a mascotas y, por extensión, a las personas.
Un virus que altera la conducta
El virus de la rabia pertenece al género Lyssavirus y se transmite casi exclusivamente a través de la saliva de animales infectados, por mordeduras o arañazos profundos. Una vez en el organismo, el virus avanza lentamente por los nervios periféricos hacia el cerebro, donde desencadena inflamación severa y alteraciones neurológicas irreversibles.
Los veterinarios explican que los cambios de comportamiento son las señales más tempranas y reveladoras. En las primeras 48 a 72 horas, un animal infectado puede mostrar:
- Ansiedad o inquietud inexplicable.
- Aislamiento o búsqueda excesiva de atención.
- Fiebre, picazón o dolor en el sitio de la mordedura.
- Pérdida de apetito o somnolencia.
En la fase avanzada, conocida como “furiosa”, surgen síntomas más notorios: agresividad, hipersensibilidad a la luz o los ruidos, vocalizaciones anormales y salivación excesiva por la dificultad para tragar. En su etapa final, la enfermedad provoca parálisis progresiva, colapso respiratorio y la muerte.
Una característica alarmante es que, durante varios días, el animal puede parecer sano y aun así transmitir el virus. Por eso, cualquier mordedura de un animal desconocido o con vacunación dudosa debe considerarse una emergencia veterinaria.
La vacunación: la herramienta más efectiva
El control de la rabia es uno de los mayores logros de la medicina veterinaria moderna. En la mayoría de los estados de EE.UU., la vacunación antirrábica es obligatoria para perros y gatos mayores de tres meses. Las dosis de refuerzo deben aplicarse anualmente o cada tres años, según el tipo de vacuna y la normativa local.
La Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA) recomienda conservar siempre la cartilla de vacunación actualizada y evitar que las mascotas deambulen sin supervisión, sobre todo en zonas rurales o boscosas donde la fauna silvestre puede estar infectada.
Además de la inmunización, los expertos recomiendan:
- Evitar el contacto con animales salvajes o callejeros, incluso si parecen dóciles.
- Reportar inmediatamente a las autoridades locales cualquier animal con comportamiento errático.
- Desparasitar y mantener el control sanitario general de las mascotas, pues una salud robusta mejora la respuesta inmunitaria ante posibles exposiciones.
- En caso de mordedura, lavar la herida con abundante agua y jabón durante al menos 15 minutos y acudir de inmediato al médico o veterinario.
Riesgos globales y fronterizos
La rabia ha sido erradicada en la mayoría de los países desarrollados, pero sigue siendo endémica en América Latina, África y el sudeste asiático. El tránsito internacional de animales domésticos y el comercio ilegal de mascotas exóticas han reintroducido casos esporádicos en Norteamérica.
En 2023, por ejemplo, el CDC confirmó la importación de un perro con rabia procedente de Medio Oriente, lo que llevó a reforzar los controles fronterizos y los requisitos de vacunación para mascotas viajeras. Estos episodios recuerdan que la prevención debe mantenerse activa incluso en países donde la enfermedad parece controlada.
Una cuestión de salud pública
La rabia no es solo una amenaza para los animales, sino un problema de salud pública global. Su erradicación depende directamente de la vacunación masiva, la educación ciudadana y la rápida respuesta ante posibles exposiciones.
El objetivo mundial, impulsado por la OMS y la Organización Mundial de Sanidad Animal, es eliminar las muertes humanas por rabia para el año 2030 bajo la campaña “Zero by 30”, un reto que requiere compromiso desde las comunidades locales hasta los gobiernos.
En el ámbito doméstico, proteger a una mascota va más allá del cariño: es una barrera sanitaria. Cada dosis aplicada representa una cadena cortada de transmisión del virus. La rabia es una de esas enfermedades que la ciencia ya sabe cómo prevenir, pero cuya erradicación depende, en última instancia, de la responsabilidad humana.
