
¡Guerra al colesterol! . . . Qué debes hacer para combatirlo
Según el último estudio “Hispalipid”, publicado en “Medicina Clínica”, el 22 por ciento de los menores tienen el colesterol elevado en sangre y uno de cada cuatro pacientes que acude al médico sufre problemas de colesterol, lo que implica un alto riesgo cardiovascular. Pero ¿qué es el colesterol exactamente? ¿Por qué lo tenemos alto y qué debemos hacer para evitarlo? Desde hace una década todos hablan de él sin saber cómo combatirlo y en qué consiste realmente.
¿Qué es el colesterol?
Tampoco hay que exagerar, la excesiva preocupación de la gente e incluso en el sector médico sobre el colesterol en la alimentación lleva en muchos casos a tomar medidas innecesarias y totalmente extremas. Unas restricciones en la dieta que no consiguen acabar con el colesterol y consiguen una alimentación incompleta y carente de muchas propiedades necesarias, en especial en la dieta de los niños.
Se trata de un esterol, una sustancia con una estructura muy parecida a las grasas que nuestro organismo sintetiza en la zona del hígado. El colesterol no tiene calorías, por lo que no está relacionado con el peso ni con la energía. A diferencia de éstas, el colesterol no nos activa.
Hablamos de una sustancia fundamental en las membranas celulares y, sobre todo, en la estructura del sistema nervioso central, ya que actúa sobre la mielina, que aísla los nervios. Además, es uno de los encargados de la producción de la vitamina D.
El colesterol es un lípido que se encuentra en los tejidos corporales y en el plasma sanguíneo de los vertebrados. Se encuentra en grandes cantidades en el hígado, la médula espinal, el páncreas y el cerebro.
Etimológicamente la palabra “colesterol” proviene del griego: kole (que significa bilis) y stereos (sólido), ya que el colesterol se detectó por primera vez en los cálculos de la vesícula biliar por el químico francés Michel Eugene Chevreul, quien lo bautizó como “colesterina”.
El colesterol no está presente en las membranas celulares de todos los seres vivos, solamente se manifiesta en las de los animales, por eso cuando en un producto de frutas, verduras, cereales o fibras leemos que está libre de colesterol, los fabricantes se aprovechan de la incultura del consumidor, pues es imposible que un vegetal, tenga colesterol.
Sin embargo, el colesterol es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo, aunque éste se encarga de producir todo el colesterol que necesitamos. Se vive mucho mejor tomando poco colesterol.
Las fuentes del colesterol son dos. La vía exógena, donde el colesterol que penetra en el organismo procede de las grasas saturadas animales, como pueden ser la carne de vacuno (carnes rojas), los pollos, las yemas de huevo, el hígado, la mantequilla, el queso y el resto de lácteos y la vía endógena, también conocida como “síntesis de novo”, que se trata de la síntesis de colesterol en las células animales a partir de su precursor, el acetato, en su forma activada acetil-coenzima A.
Es en el hígado donde se junta el colesterol, para luego pasar en forma de lipoproteínas a la sangre.
Este proceso ocurre de diversas maneras: las lipoproteínas pueden pasar unidas a proteínas de baja densidad (colesterol – LDL), dirigiéndose hacia las células, que necesitan colesterol.
Si la célula tiene sus necesidades de colesterol cubiertas, rechaza las lipoproteínas por lo que éstas se quedan en la sangre, obstruyendo las arterias, pues tienden a depositarse en las paredes de las arterias, lo que causa una placa arteriosclerótica. Es por esto que que a esta clase de colesterol, al LDL, se le conoce en argot médico, como “colesterol malo”.
Las lipoproteínas de alta densidad o HDL, circulan por el organismo captando el exceso de colesterol de la sangre y aspirando parte del colesterol de las placas de arterioesclerosis. Por lo que recibe el nombre de “colesterol bueno”. Cuando hablamos de colesterol nos referimos a una suma de LDL y del HDL.
¿Cuáles son las cifras adecuadas? En la infancia es aceptable un colesterol total inferior a 170 mg/ dl (miligramos por decilitros). Aceptable: menor a 170 mg/dl de colesterol total y menos de 110 mg/dl de colesterol LDL. El Límite medio- alto se sitúa cuando nuestros niveles de colesterol se encuentran entre estos valores: 170-199 mg/dl de colesterol total y 110-129 mg/dl de colesterol LDL .
Definitivamente tendremos alto el colesterol cuando los resultados de los análisis muestren estas cifras: 200 mg/dl o más de colesterol total y 130 mg/dl o más de colesterol LDL.
No obstante la Sociedad Norteamericana de Cardiología aconseja:.
Colesterolemia por debajo de 200 mg/dl (miligramos por decilitros): es la concentración deseable para la población general con un bajo riesgo de enfermedad cardioovascular.
Colesterolemia entre 200 y 239 mg/dl: existe un riesgo intermedio para el individuo medio, pero implica un riesgo elevado en personas con factores de riesgo añadidos: como las personas que sufren diabetes.
Colesterolemia mayor de 240 mg/dl: puede determinar un alto riesgo cardiovascular y se aconseja un cambio radical en los hábitos alimenticios y un incremento del ejercicio realizado.
El nivel ideal de colesterol LDL debe definirse clínicamente para cada particular, en función de su riesgo cardiovascular individual, que se determina por la existencia de diversos factores de riesgo, entre los que destacan: edad y sexo, antecedentes familiares, si la persona es fumadora o consume drogas, presencia de hipertensión arterial y finalmente el nivel de colesterol HDL.
En personas con riesgo cardiovascular alto, o sea, aquellas con una probabilidad de más de un 20 por ciento de sufrir un evento cardiovascular mayor o letal en un periodo de 10 años, tales como pacientes diabéticos o que previamente hayan tenido uno de estos episodios, la recomendación actual es mantener un nivel de colesterol LDL menor a 100 mg/dl.