
¿Magia? No, tecnología
Guadalajara, México.- Arthur C. Clarke dijo que la tecnología, cuando es lo suficientemente avanzada, se hace indistinguible de la magia. Debe ser verdad, porque ya la ciencia esta llegando al punto en que los avances de los laboratorios igualan a las proezas de los mismísimos grimorios de Merlín.
A continuación veremos algunos artefactos mágicos legendarios que ya tienen su contraparte tecnológica.
El acelerador filosofal
La piedra filosofal estaba entre los artículos más buscados por los magos medievales, ya que se le consideraba elemento clave para la trasmutación del plomo en oro.
La leyenda dice que Alberto Magno, profesor de Tomás de Aquino, descubrió la formula de la piedra en el siglo XIII, pero los alquimistas la buscaron sin éxito durante siglos.
Los científicos tropezaron con su equivalente por casualidad: En 1972, dos físicos soviéticos del centro de investigación nuclear del lago Baikal, en Siberia, se toparon con la sorpresa de que el plomo que servía de escudo para su reactor se había transformado accidentalmente en oro a medida que la radiación dislocó sus componentes sub-atómicos.
Actualmente esta reacción se puede lograr de una forma más controlada usando aceleradores de partículas, pero el costo del proceso es más caro que el oro mismo, así que la industria minera no tiene nada que temer (aún) de esta nueva piedra filosofal.
El cuerno del nanocornio
Los reyes y nobles de la antigüedad procuraban tener siempre a la mano un cuerno de unicornio, o por lo menos una copa tallada en este material. Y es que estos personajes solían temer que alguien intentara envenenarlos para tomar el trono, y al unicornio se le atribuía un singular gusto por la pureza que hacía que su cuerno delatara a los venenos.
Actualmente, los venenos más temidos son los de los terroristas, como la neurotoxina sarin, que es 500 veces más letal que el cianuro. Un atentado con sarin ejecutado en 1995 en el subterráneo de Tokio mató a 12 personas y lesionó a otras 50.
Michael Strano, del MIT, dirige a un equipo de ingenieros que usan nanotubos de carbono cincuenta mil veces más delgados que el cabello humano para detectar la presencia de químicos extraños en el aire. Cuando los gases pasan entre los nanotubos, por los que circula una corriente eléctrica, su presencia afecta a la conductividad del medio, y el cambio en la conductividad delata a la naturaleza del gas.
El equipo es tan sensible que puede detectar 25 partes de veneno disueltas en un billón de partes de aire.
La mano plasmónica
La “mano de gloria” no era nada bonita, pero era muy deseada por los ladrones profesionales. Se decía que este candelabro, en el que una vela decoraba a cada uno de los cinco dedos de la mano disecada de un ahorcado, concedería la invisibilidad a su portador.
A fines del 2007, el equipo de investigadores de la Universidad de Maryland dirigido por el profesor Christopher Davis anunció que, usando tecnología plasmónica, había creado la primer máquina de invisibilidad capaz de funcionar en la frecuencia de la luz visible.
(Ya hay máquinas de invisibilidad en otras frecuencias, pero la capacidad de volverse invisible ante el microondas le sería más útil a los pollos por rostizar que a los ladrones medievales).
El dispositivo del profesor Davis consiste en un patrón bidimensional de círculos concéntricos creados en una capa delgada de acrílico sobre película de oro. La interacción de la estructura y de los índices de refracción de los materiales crea un efecto de refracción negativa que hace que los plasmones (ondas de electrones generadas cuando la luz golpea a una superficie) se “doblen” alrededor de la región invisible.
Esta manipulación hace que la luz parezca haberse movido en línea recta, cuando en realidad le “sacó la vuelta” al objeto, fluyendo a su alrededor cual agua alrededor de una piedra.
Afortunadamente, el invento solo funciona bajo condiciones muy específicas, y para ciertas frecuencias, así que no hay que temer todavía que un carterista invisible se escape con tu quincena.
La fuente de la eternidad
Muchos conquistadores cruzaron el océano en busca de oro, pero cuando Ponce de León llegó a Florida iba buscando algo más ambicioso: Quería bañarse en las aguas de la fuente de la eterna juventud, cuya leyenda había llegado a España con la traducción de la saga moruna del sabio Al-Khidir.
Actualmente, muchos (y muchas) buscan la eterna juventud bajo el bisturí del cirujano plástico, pero el movimiento de los transhumanistas, que tiene por meta trascender la condición humana, tiene entre sus primeros objetivos al de detener el envejecimiento atacando a los factores que lo producen: La pérdida y atrofia de las células, la acumulación de células no deseadas, las mutaciones de los cromosomas y las mitocondrias, la acumulación de deshechos dentro y fuera de la célula, y los enlaces cruzados de las proteínas fuera de las células.
“Si podemos arreglar a esos siete factores… ¡Pues eso es todo!”, afirma la sección de preguntas frecuentes del Instituto de la Inmortalidad. “A decir verdad, cada una de esas siete cosas es muy complicada aun tomada por si misma. Algunas están mas cerca que otras de ser solucionadas, pero se están realizando investigaciones acerca de cada una de ellas en este momento”.
De acuerdo con el Instituto de la inmortalidad y con otros movimientos transhumanistas relacionados, es concebible que la cura para el envejecimiento aparezca durante las siguientes décadas. Ojalá tengan mas suerte que Ponce de León.
- ...Pareciera magia, pero no.