
Rememoran arribo de Castro a La Habana
La Habana, Cuba.- Niños vestidos de verde olivo con barbas pintadas y pelucas en sus cabezas rememoraron ayer el aniversario 48 de la entrada del Presidente Fidel Castro a la capital, procedente del oriente cubano y tras la caída del dictador Fulgencio Batista.
Subidos a una jeep militar y acompañados de un camión, los pequeños simularon a Castro y sus guerrilleros, entre ellos al sonriente Camilo Cienfuegos, uno de los más carismáticos lugartenientes revolucionarios.
El recorrido de los vehículos fue acompañado por un constante agitar de banderitas cubanas y saludado por miles de personas apostadas en la tarde a lo largo de la calle central del municipio del Cotorro, a unos 20 kilómetros del centro de la ciudad.
“Son niños como nosotros, pero están recordando la entrada del comandante en jefe”, explicó a la AP el joven Andy Machado, de 11 años. Junto a su amigo, Alvaro Augar, el muchacho explicó que esta era una verdadera clase de historia.
La singular caravana arrancó desde la fábrica de cerveza del Cotorro, donde se realizó un acto político y algunos de los veteranos lucieron en sus pechos sus medallas revolucionarias.
“Tenemos que confiar en la revolución… el socialismo jamás va a desaparecer”, indicó Astemio Sosa, un capitán retirado de 68 años que llegó con la columna guerrillera ese 8 de enero de 1959. A pesar de ser oriundo de la oriental provincia de Granma, se radicó para siempre en el Cotorro.
“¡Viva Fidel!”, “¡Viva la revolución!”, gritaba la gente al paso de la comitiva, mientras los escolares con sus uniformes movían sus pañoletas rojas en señal de saludo.
De acuerdo a los datos históricos, Castro arribó desde el oriente a la capital del país, llegando al municipio del Cotorro, hasta el Palacio Presidencial desde donde se trasladó al entonces cuartel militar de Columbia, actualmente convertido en un complejo de escuelas.
Fotos y documentales de la época muestran a los rebeldes, barbudos y desgreñados montados en camionetas y tanques mientras la multitud los saludaba, tocaba sus manos y bailaba a su alrededor.
“Estábamos muy impresionados… era un baño de pueblo”, rememoró Sosa, quien dijo que como él, la revolución “llegó para quedarse”.
Unos días antes, el 1 de enero, Batista había huido dejando el poder a los guerrilleros encabezados por el ahora convaleciente mandatario de 80 años, que llevó a cabo una revolución y declaró su carácter socialista.