
Sicarios asedian a civiles en México …Agresiones directas contra civiles, argumentan
«Lo que sigue es que nos disparen directamente», dice alarmada Sandra Velazco. «Cada vez la violencia está más cerca, por donde sea, cada vez más vecinos o parientes están en medio de balaceras o desaparecidos».
Oriunda de Torreón, Coahuila, Velazco, reproduce a voz del auricular telefónico la experiencia de su mejor amiga que viajaba en un autobús de transporte público cuando una balacera entre delincuentes y policías la obligaron a tirar el pecho a tierra el pasado sábado en las afueras del estadio de fútbol Territorio Santos Modelo (TSM), en la entidad norteña del país.
«Cuando ella y el resto de los pasajeros se incorporaron vieron con terror que todos los vidrios estaban rotos por los impactos de bala», cuenta esta mujer que como activista de un centro de derechos humanos (Juan Gerardi) tiene claro que el gatillo de los sicarios está casi en la sien de la población civil, aunque el gobierno local lo niegue.
El ataque fue contra una patrulla, no contra civiles, insistió una y otra vez el secretario de Seguridad Pública en Torreón, Adelaido Flores, tras los hechos que obligaron la suspensión del partido entre los equipos Santos-Morelia en el deportivo inaugurado en 2009 y considerado un ejemplo de la ingeniería a nivel mundial.
Las autoridades temen que se reproduzcan modelos de ataques contra la ciudadanía más allá de los fuegos cruzados que el año pasado dejaron 356 muertes.
Agresiones directas contra inocentes sin saldos oficiales exactos se han visto en los últimos nueve meses en calles, parques, hoteles, mercados, cines, casas e iglesias.
En Veracruz (sureste), una entidad que se disputan Los Zetas, el cartel del Golfo y La Familia Michoacana, hombres desconocidos lanzaron una granada de fragmentación en contra de visitantes del acuario del puerto, el pasado 15 de agosto. Una persona murió y tres quedaron heridas, entre ellas dos niños.
«Los veracruzanos somos más fuertes que cualquier enemigo», dijo el gobernador Javier Duarte, como consuelo al tercer evento del mes cuyo objetivo para los sicarios, según las versiones policíacas, era dañar a inocentes para escapar durante enfrentamientos con las fuerzas del orden.
Así lo hicieron dos días antes supuestos Zetas que dispararon contra el médico Irving Hernández cuando eran perseguido por soldados en la zona conurbana del puerto. Previamente, el nueve de agosto, estalló en la Plaza Central Tuxpan un artefacto que hirió a tres transeúntes.
La presencia del narco
Los ciudadanos se han vuelto un «blanco fácil» en la escalada de violencia en México, donde la competencia de gatilleros por demostrar a los grupos rivales, a las autoridades o a poblaciones enteras lo que son capaces de hacer.
«Al final de cuentas hablamos de grupos donde el sistema de valores es completamente diferente al de las personas normales», explica Lucio Cárdenas, especialista en psicología de la violencia de la Universidad Nacional Autónoma de México. «Su mente trabaja en el absurdo».
La noche previa a las celebraciones por el aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe, el poblado de Tepozonalco, Guerrero (sur), fue sorprendido por 20 hombres que bloquearon con camionetas los accesos principales y después fueron a la iglesia para disparar a diestra y siniestra. Antes de partir, dispararon contra las casas de madera y adobe.
Cuatro hombres murieron. Cinco mujeres y tres niños quedaron en el piso, heridos. La Procuraduría de Justicia del estado aún no aclara las causas de la agresión, aunque se le vinculó «al crimen organizado».
Algunos aldeanos del país comenzaron a tomar justicia por su propia mano como en Salitral de Carreras, provincia de San Luis Potosí, donde eran saqueados por sicarios que anunciaban su llegada con ráfagas de AK47 al aire hasta que fueron recibidos con balazos en las costillas.
La acción dejó a los salitralenses más vulnerables que antes, según reconoció un poblador a la prensa local. «Seguimos con el alma en un hilo», dijo.