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“Sobre Calcetines y Refritos”: Ya la habíamos Visto!

Por Javier Sierra

Mientras escuchaba el Discurso del Estado de la Nación del Presidente Bush, varias veces me dio la sensación de que esta pelí­cula ya la habí­a visto, especialmente cuando habló de sus iniciativas sobre polí­tica energética. La Casa Blanca las había anunciado a bombo y platillo como la última superproducción de Hollywood.

El asesor económico de la Casa Blanca Alan Hubbard habí­a predicho que el mensaje del mandatario iba a dejarnos tan impresionados que “nos sacarí­a los calcetines” (usando la expresión en inglés). Pero, como respondió Carl Pope, director ejecutivo del Sierra Club, después del discurso, “los calcetines todaví­a los tenemos puestos”.

Efectivamente, las propuestas de Bush a todo el paí­s nos dejaron con un regusto a refrito de las promesas en papel mojado que hemos oÃído los últimos seis años.

El presidente nos dijo que su meta es reducir el uso de gasolina en un 20% en los próximos 10 años para acabar con lo que él llama ‘nuestra dependencia de petróleo extranjero’.

Pero la misma Casa Blanca reconoce que ese 20% se refiere a los niveles de gasolina que se espera se consuman en el futuro, no los niveles actuales de uso. Es decir, las emisiones de gases que causan el calentamiento global van a reducirse mínimamente, o incluso aumentarán, en lugar de disminuirse en un muy necesario 80%.

En todos sus discursos a la nación, Bush ha defendido que para la salud de nuestra econom­a y la seguridad de nuestro paí­s, debemos reducir el consumo de hidrocarburos y optar por fuentes renovables de energí­a. Sin embargo, en estos seis años, nuestra dependencia de petróleo extranjero ha alcanzado sus niveles más altos en década y media. En 2000, importábamos el 58% de nuestro petróleo. En septiembre de 2006, el 70%.

La aparente pasión de Bush por las fuentes alternativas de energí­a despierta grandes suspicacias porque a la hora de actuar, las palabras se las lleva el viento. En 2006, después de prometer la financiación para el desarrollo de estas tecnologías, Bush mutiló el presupuesto del Laboratorio Nacional de Energí­as Renovables, y hoy es menor que cuando llegó a la presidencia.

Bush también nos dijo que quiere aumentar la eficacia de los carros y camiones ligeros que se fabriquen en Estados Unidos. Concretamente defiende que este aumento empiece en los modelos de carro de 2010 y en los de camiones de 2012.

El plan, sin embargo, permite a los constructores aplicar reglas complejas sobre el tamaño y el promedio de consumo. La Unión de Cientí­ficos Preocupados, un grupo observador independiente, indica que las reglas ‘podrí­an animar a los constructores a vender vehí­culos más grandes y pesados que consumen más combustible’.

Bush no tiene por qué andarse por las ramas para atacar este problema. La industria automotriz ya tiene a su disposición la tecnología para producir ca-rros y camiones que rindan al menos 40 millas por galón. Si esto empezara a hacerse ahora, no en 2010 ni 2012, en diez años nos ahorrarí­amos todo el petróleo que importamos del Golfo Pérsico, la región más volátil del mundo, y lo que pudiéramos extraer de las zonas prí­stinas de Alaska.

Por el contrario, Bush sigue defendiendo que se abran las explotaciones petroleras en el Refugio Nacional Artico de Vida Silvestre, uno de los pocos ecosistemas completos que quedan en el Hemisferio Occidental. Estudios nos aseguran que la primera gota de petróleo que se extraiga de ese lugar prí­stino tardarí­a 10 años en llegar al consumidor y las reservas durarí­an sólo seis meses.

“El presidente está engañando al paí­s sobre lo que va a solucionar nuestra dependencia petrolera y el calentamiento global”, dijo Pope. “El presidente se está centrando en las soluciones equivocadas mientras las correctas se pueden alcanzar fácilmente y son mejores para toda la nación”.

Por primera vez en sus siete discursos a la nación, Bush reconoció que todos debemos “confrontar los serios retos del cambio climático global”.

Pero para enfrentar estos retos, debemos reducir drásticamente las emisiones de gases procedentes de las plantas energéticas que calientan y envenenan nuestra atmósfera. Bush, sin embargo, en su discurso de 6,000 palabras, no hizo mención alguna a este terrible problema.

Las plantas energéticas generan el 40% de las emisiones tóxicas en Estados Unidos. Y este año, la administración Bush tiene planeado permitir a estas plantas regularse a sí­ mismas. Es decir, dejar que el zorro vigile el gallinero y que nos bombardeen con mayores cantidades de sustancias canceró­genas.

No sólo tenemos los calcetines todaví­a puestos. También tenemos puestas las máscaras de gas.

Javier Sierra es columnista del Sierra Club. Para más información: www.sierraclub.org/ecocentro.

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