
Un Cuarto de Siglo de SIDA …A 25 años de descubrirse, el sida aún no tiene cura
PARIS – Veinticinco años después de su descubrimiento, el síndrome del sida se ha convertido en el más estudiado del mundo y, pese a los éxitos logrados hasta el momento, queda un largo trecho para dar con su vacuna, según coincidieron los expertos reunidos en un coloquio en el Instituto Pasteur de París.
El triste descubrimiento
El 20 de mayo de 1983, en un artículo publicado en la revista norteamericana Science, un equipo de médicos e investigadores del Instituto Pasteur (París, Francia), dirigido por el profesor Luc Montagnier, describió un nuevo tipo de virus, diferente a los conocidos y sospechoso de ser el responsable del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
Aislado a partir de un paciente seropositivo, este virus es bautizado LAV por virus asociado a la linfadenopatía, en alusión a la hinchazón de los ganglios (adenopatía), un signo precursor de la enfermedad.
“Hubiera preferido (celebrar) el aniversario del fin de la epidemia antes que el de la publicación” del artículo, declaró a la AFP el profesor Montagnier.
Una vacuna lejana
Los científicos que parti-ciparon en el coloquio subrayaron que el objetivo de hallar la ansiada vacuna está lejos, pues, aunque existen “docenas” de investigaciones, “se pueden contar con los dedos de una mano” aquellas que se ensayan en grupos humanos de escala considerable, explicó el inmunólogo estadounidense y director del Instituto Nacional de Enfermedades Alérgicas e Infecciosas de su país (NIAID, por sus siglas en inglés), Anthony Fauci.
“No lo hemos hecho mal en los primeros veinticinco años, pero nos juzgarán por lo que hagamos en los próximos veinticinco”, resumió Fauci.
Aún así, los investigadores señalaron que el último cuar-to de siglo ha servido para “construir una base” sobre la que trabajar, ya que el VIH, complejo genética y biológicamente, se ha convertido, “probablemente, en el virus del que más se sabe en el mundo”, indicó el inmunólogo del Centro de Investigación en Vacunación de Bethesda (Estados Unidos) Gary Nabel.
Los trabajos franceses aportaron los primeros argumentos sobre la responsabilidad del virus en la enfermedad. Al año siguiente, el equipo estadounidense del profesor Robert Gallo contribuyó a dilucidar la causa del sida, reafirmando el papel de este agente letal.
Robert Gallo, co-descubridor en 1983 del sida junto con el francés Luc Montagnier, precisó en su intervención durante las dos jornadas organizadas por el Instituto Pasteur que la experimen-tación con monos, esencial para el avance, está bastante limitada en Europa y Estados Unidos por las leyes de protección de animales.
Resaltó que “ha habido un gran progreso, pero también grandes errores” y añadió que “todavía queda mucho por hacer”, a lo que Montagnier agregó que “el virus sigue estando ahí”.
UN BREVE
RECUENTO
Este descubrimiento permitió preparar “una prueba de detección del virus en la sangre, implantar y desarro-llar políticas sanitarias de prevención correctas y obtener los inhibidores (del virus) que permiten tratar a los pacientes, pero no sanarlos”, resume Montagnier.
Nunca la ciencia y la medicina fueran tan rápidas en el descubrimiento de una enfermedad, en la identificación de su origen y en proponer las bases del tratamiento del “cáncer gay”, término de la prensa anglosajona para aludir a los pacientes norteame-ricanos homosexuales que permitieron revelar al mundo el mal. Había razones para el optimismo. ¿Acaso no se habían vencido, por la higiene, los antibióticos y las vacunas, numerosas enfermedades infecciosas?
Lamentablemente, no se contaba con que el virus, ahora llamado VIH, presentaría una extraordinaria capacidad para desafiar los esquemas conocidos y burlar todas las defensas del cuerpo.
En abril de 1984, Margaret Heckler, subsecretaria de Sanidad norteamericana anunciaba triunfalmente el “descubrimiento” del virus del sida por el equipo del profesor Gallo. “Esperamos tener una vacuna lista para ser ensayada en más o menos dos años”, exclamó.
Promesas parecidas de vacunas han sido lanzadas año a año, pero los científicos se han vuelto más prudentes, teniendo en cuenta la extrema complejidad del virus. La investigación científica no ha decaído, pero el mundo sigue sin una vacuna preventiva antisida.
Una guerra por las pa-tentes de los tests y por los derechos animaron la rivalidad Gallo-Montagnier, con una denuncia ante la justicia norteamericana del Instituto Pasteur, una queja que llevó a un acuerdo en 1987.
La revista científica Nature publicó entonces una “cronología de la investigación sobre el sida”, surgida de la negociación y redactada por los dos ex rivales.
33 MILLONES
DE INFECTADOS
En la actualidad, unos 33 millones de personas están infectadas y se estima que la epidemia ha segado la vida de 25 millones de personas.
Los poderosos cócteles antiretrovirales que aparecieron a mediados de los años 90 han transformado el diagnóstico de sentencia de muerte en una forma de enfermedad crónica, incluso si las malicias del virus obligan a renovar las combinaciones terapéuticas y a hallar otras moléculas.
Como en el caso de las vacunas, los intentos de hallar microbicidas, geles vaginales protectores, no han fructificado. En pleno siglo XXI, la protección en las relaciones sexuales sigue basándose en el preservativo.
Problemas de prevención
Además de la investiga-ción para dar con la vacuna existen otros problemas muy graves asociados a la enfermedad contra los que es ne-cesario seguir combatiendo, subrayaron los científicos.
“Por cada paciente que ingresa en terapia, se infectan tres”, apuntó Fauci, que dirige un centro que dedica anualmente quinientos mi-llones de dólares (322 mi-llones de euros al cambio de hoy) a la investigación sobre el VIH.
Insistió en la importancia de avanzar en el acceso de todos a las medicinas y de trabajar en materia de prevención, además de “redoblar los esfuerzos y los compromisos para lograr la vacuna” contra una enfermedad que padecen cuarenta millones de personas en el mundo.
Mientras tanto, el virus sigue propagándose aprovechándose de la ignorancia, los prejuicios y todavía hoy de la falta de compromiso de los mandatarios políticos.
El acceso a los medicamentos se mantiene restringido. “En Africa, apenas el 10 por ciento de las personas necesitadas recibe tratamiento”, deplora Olivier Schwartz, investigador del Instituto Pasteur.