Habemus Papam: Robert Prevost se Convierte en el Primer Papa Estadounidense, León XIV
El 8 de mayo de 2025 quedará marcado como una fecha histórica para la Iglesia Católica. Tras la muerte del papa Francisco el pasado 21 de abril y dos intensas jornadas de cónclave, el Colegio Cardenalicio eligió como nuevo Pontífice al cardenal Robert Francis Prevost, de origen estadounidense, quien ha asumido el nombre de León XIV.
A las 18:07 horas, el humo blanco emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, indicando al mundo que la Iglesia tenía nuevo líder. Minutos después, las campanas de la basílica de San Pedro resonaron sobre una multitud de más de 40,000 fieles que aguardaban bajo una ligera llovizna en la plaza vaticana. El anuncio formal llegó desde el balcón central, donde el cardenal protodiácono Dominique Mamberti pronunció la fórmula en latín que precede a cada nuevo pontificado: “Habemus Papam.”
El elegido, Robert Prevost, representa un giro sin precedentes en la historia vaticana reciente: es el primer Papa nacido en Estados Unidos y el primero en adoptar el nombre de León desde 1903.
¿Quién es el nuevo Papa?
Nacido en Chicago en 1955, Robert Prevost es miembro de la Orden de San Agustín y doctor en Derecho Canónico por la Universidad Católica de América. Sirvió como misionero en Perú durante más de una década, donde fue ampliamente respetado por su labor pastoral y su sensibilidad hacia las comunidades marginadas de la región andina.
Su carrera eclesial tomó impulso en Roma cuando fue nombrado por el papa Francisco como prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los organismos más influyentes dentro de la Curia Romana, encargado de seleccionar y supervisar a los obispos de todo el mundo. Desde ese cargo, Prevost trabajó en la renovación de perfiles episcopales más cercanos al pueblo y con fuerte compromiso pastoral.
Sus compañeros lo describen como un hombre discreto, reflexivo y con vocación de escucha, profundamente alineado con el estilo reformador de su predecesor.
El legado de Francisco y el desafío de continuar

León XIV asume el papado tras la muerte de Francisco, el primer Papa latinoamericano, cuya década de pontificado estuvo marcada por la lucha contra los abusos sexuales, el impulso a la sinodalidad y una insistente opción por los pobres. La expectativa general es que el nuevo Papa no buscará romper con esa línea, sino más bien consolidar y estructurar las reformas iniciadas, dotándolas de una impronta más institucional.
En su primera aparición pública, con rostro sereno y voz firme, León XIV saludó a los fieles en varios idiomas y pidió oraciones por la Iglesia, por el mundo y por su nueva misión. El gesto fue interpretado como una continuidad del estilo pastoral de Francisco, pero también como una señal de apertura y universalidad.
Repercusiones globales y simbolismo geopolítico
La elección de un Papa estadounidense no ha pasado desapercibida en la arena internacional. Líderes de distintas confesiones religiosas y gobiernos han reaccionado con mensajes de felicitación y esperanza. El presidente de Estados Unidos, así como representantes de América Latina, África y Europa, destacaron su perfil conciliador y su experiencia misionera como señales alentadoras para un mundo fragmentado.
El nuevo Papa también representa un cambio geográfico en la conducción de la Iglesia, que hasta ahora no había sido encabezada por un norteamericano, a pesar del peso creciente de la Iglesia en Estados Unidos y su influencia doctrinal en el hemisferio occidental.
León XIV: un nombre cargado de historia
El nombre León XIV evoca figuras papales de gran peso histórico. El más célebre, León XIII, fue conocido por su encíclica Rerum Novarum, que dio origen a la doctrina social de la Iglesia. Al adoptar este nombre, Prevost podría estar insinuando una visión de Iglesia comprometida con la justicia social, el diálogo global y los desafíos contemporáneos del trabajo, la dignidad humana y el medioambiente.
En los próximos días, León XIV deberá conformar su equipo de colaboradores, tomar decisiones sobre los nombramientos pendientes y definir su agenda inmediata. Todo el mundo católico —y no solo el católico— observa atentamente sus primeros pasos.
El reto es inmenso: reconciliar una Iglesia polarizada, enfrentar crisis internas, responder a una realidad geopolítica convulsa y, sobre todo, volver a proponer el mensaje cristiano con claridad y compasión en el siglo XXI.
Pero si algo dejó claro su primer gesto desde el balcón de San Pedro, es que el nuevo Papa viene a escuchar antes de hablar, a construir puentes antes que muros, y a continuar una historia milenaria con humildad y coraje.