Rodrigo Paz, Nuevo Presidente de Bolivia: El Fin de una Era y el Comienzo de un Nuevo Ciclo Político
El economista y senador Rodrigo Paz Pereira se convirtió en el nuevo presidente electo de Bolivia tras imponerse en el balotaje del 19 de octubre de 2025 con el 54,5 % de los votos frente al 45,5 % obtenido por el conservador Jorge “Tuto” Quiroga.
El resultado marca el fin de casi dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales y Luis Arce, y abre una etapa política orientada hacia el centro-derecha moderado, con énfasis en la modernización económica y el fortalecimiento institucional.
El ascenso de Rodrigo Paz
Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989–1993), Rodrigo Paz nació en España durante el exilio de sus padres y se formó como economista con estudios en relaciones internacionales.
Su carrera política comenzó en la gestión pública local, donde cultivó una imagen de eficiencia técnica y diálogo social. Sin embargo, su ascenso nacional fue meteórico: pasó de ser un candidato con apoyo marginal a liderar la primera vuelta electoral y consolidar su victoria en el balotaje.
Su campaña, centrada en el lema “capitalismo para todos”, conectó con una nueva clase media emergente —en gran parte compuesta por ciudadanos de origen indígena— que prosperó durante los años del MAS pero hoy busca mayor dinamismo económico y menos burocracia.
Para muchos votantes, Paz representa una figura de equilibrio: un político con sensibilidad social y mentalidad reformista.
Propuestas y primeros anuncios
El presidente electo ha delineado una agenda de reformas graduales que busca combinar disciplina fiscal con continuidad social.
Entre sus primeras medidas se incluyen:
- Auditorías a empresas estatales deficitarias, sin recurrir a privatizaciones drásticas.
- Digitalización de las compras públicas e implementación de un sistema nacional anticorrupción.
- Reforma judicial estructural, eliminando la elección popular de jueces para recuperar la meritocracia y la independencia del sistema.
- Revisión de subsidios y políticas de precios, apostando por un ajuste progresivo que evite choques sociales.
- Reactivación de la inversión extranjera con garantías jurídicas y promoción de la innovación tecnológica.
Su equipo de transición ya prepara un plan de “estabilidad con crecimiento”, destinado a atraer inversión sin renunciar a los programas sociales creados en los gobiernos previos.
“El país necesita un nuevo contrato social: trabajo, educación y transparencia”, declaró Paz durante su discurso de la victoria. “No se trata de desmantelar lo logrado, sino de hacerlo sostenible”.
El significado político de la elección
El triunfo de Rodrigo Paz simboliza el cierre de un ciclo histórico en Bolivia. Desde 2006, el MAS había gobernado con una mezcla de nacionalismo económico, redistribución social y liderazgo carismático.
Esa fórmula permitió una década de crecimiento y reducción de la pobreza, pero también acumuló desgaste institucional y conflictos internos.
El nuevo mandatario hereda un país polarizado y con desafíos estructurales: la dependencia del gas natural, la informalidad laboral y un sistema judicial debilitado por la politización.
Analistas coinciden en que el éxito de Paz dependerá de su capacidad para mantener el equilibrio entre los sectores empresariales que lo apoyan y las mayorías populares que aún valoran los programas sociales del MAS.
“Paz encarna un intento de reconciliación nacional —explica la politóloga boliviana Teresa Rojas—: no representa un viraje ideológico extremo, sino una transición generacional hacia una democracia más pragmática”.
Reacciones internacionales
La victoria de Rodrigo Paz fue recibida con felicitaciones inmediatas de líderes de todo el mundo, reflejando el interés regional por la estabilidad democrática boliviana.
Desde España, Pedro Sánchez celebró “el compromiso democrático del pueblo boliviano” y expresó su deseo de fortalecer la cooperación bilateral.
En Washington, el secretario de Estado Marco Rubio saludó “el comienzo de una nueva etapa de libertad y responsabilidad económica”.
En América Latina, las reacciones fueron diversas:
Javier Milei, presidente de Argentina, afirmó que Bolivia “deja atrás el modelo del socialismo del siglo XXI”.
Gabriel Boric, de Chile, felicitó a Paz y reiteró la voluntad de cooperación entre ambos países.
Santiago Peña, de Paraguay, también expresó su respaldo al nuevo liderazgo.
Incluso el presidente saliente Luis Arce reconoció su derrota y prometió una transición ordenada, gesto valorado dentro y fuera del país.
Desde Venezuela, María Corina Machado, reciente Premio Nobel de la Paz 2025, calificó el triunfo de Paz como “una victoria de la libertad en la región”, mientras que el opositor Henrique Capriles destacó “la madurez democrática del pueblo boliviano”.
Un liderazgo en construcción
Rodrigo Paz, de 49 años, asumirá la presidencia el 8 de noviembre de 2025, con un gabinete que promete combinar experiencia técnica y renovación política.
Sus aliados lo describen como un hombre reservado, de perfil académico, pero con determinación para asumir decisiones difíciles.
En su discurso posterior al conteo final, evocó la figura de su padre, Jaime Paz Zamora, diciendo: “De él heredé la fe en la democracia y la convicción de que los ideales solo valen si sirven para mejorar la vida de la gente”.
A diferencia de otros líderes de la región, Paz no llega al poder con promesas de ruptura, sino con una narrativa de reconstrucción institucional.
Su desafío será demostrar que un proyecto de centro puede gobernar un país habituado a los extremos.
Bolivia inicia así un nuevo capítulo político: un tiempo de expectativas, transición y búsqueda de equilibrio entre progreso y justicia social.
Y Rodrigo Paz, el hijo de un expresidente nacido en el exilio, asume el poder con la tarea de reconciliar un país que ha vivido entre la esperanza y el desencanto.